Macarena Montes, Jefa de Comunicaciones del Teatro Nacional Chileno: “Se debe replantear el modelo de cultura que se desarrolla en Chile”

Por Sofía Miranda

Macarena Montes, jefa de comunicaciones del Teatro Nacional Chileno

Macarena es periodista de la Universidad de Chile y ha colaborado en distintos proyectos artísticos desde la arista de la comunicación social. El 2019, luego de volver de Nueva Zelanda, fue convocada a formar parte del equipo del Teatro Nacional Chileno y desde entonces es la Jefa de Comunicaciones.

Quisimos conversar con ella para conocer por qué escogió el Periodismo y las Comunicaciones como profesión y cómo las Artes y la Cultura han enfrentado, prácticamente, todo el 2020 en pandemia.

  1. ¿Por qué escogiste dedicarte a las comunicaciones?

Me gusta, de cierta forma, ser el canal entre un espectáculo y el público. Ser ese puente me posibilita también conocer en profundidad las obras de teatro o cualquier creación artística que necesite ser difundida. Las comunicaciones y en particular las que se desarrollan en cultura, se centran en el contenido y en su potencial aporte cultural que tendría en las y los espectadores. Desde esa perspectiva, la labor de las comunicaciones también facilita el acceso a la cultura si somos capaces de generar difusión en espacios convencionales y no convencionales, con un lenguaje directo y apto para cada público al cual queremos llegar. Me gusta sentir que soy parte de un proceso que, ingenuamente, es un aporte en la apertura y alcance de los mensajes.

  • ¿Cuál es la importancia de la comunicación social a nivel social?

En nuestros tiempos, pienso, la comunicación es transversal. Todo comunica. Sin embargo, los medios de comunicación masivos han demostrado ser siempre un aliado de una clase política y económica que manipula y tergiversa sus mensajes solo para su beneficio. En cambio, la comunicación social se encarga de democratizar otros espacios que no actúan desde las necesidades económicas ni políticas. La comunicación social pasa a ser una herramienta que tiene como foco a las personas, sus derechos y también su dignidad. Desde mi punto de vista, cada comunicadora y comunicador tiene como misión salvaguardar la integridad de las personas, transparentando procesos y siendo un agente activa y activo en la forma de comunicar. A nivel social es necesaria una comunicación que esté del lado de las personas, de su lado más humano, para construir entre todas, todos y todes una sociedad más justa.  

  • ¿Cómo llegaste a ser la encargada de comunicaciones del Teatro Nacional Chileno?

Viví en Nueva Zelanda el primer semestre de 2019 y cuando volví me quise dedicar a la cultura. Anteriormente había trabajado 3 años en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y posteriormente en una agencia de comunicaciones. Me contactaron para una entrevista en el Teatro Nacional Chileno y actualmente trabajo codo a codo junto a Sergio Espinosa, Community Manager, y Francisco Candelori, diseñador. Entre los tres formamos el equipo de comunicaciones del TNCH y también tenemos reuniones con el director actual del teatro, Cristian Keim, para definir contenidos a difundir.

  • ¿Cuáles son los desafíos que ha debido (y debe) enfrentar el mundo teatral a diario?

Creo que el mayor desafío es difundir una obra teatral sin caer en la monotonía para atraer cada día a más público. Las generaciones cambian y los modos de entretenerse o culturizarse también. Quienes tienen más cercanía al teatro suelen ser personas pertenecientes a la Generación Baby Boomers (personas nacidas entre 1946 y 1964) o bien quienes tienen mayor capital cultural. Es un público que es capaz de pagar su ticket para poder ver una obra teatral, sin embargo, las nuevas generaciones suelen ser más precavidas con su dinero o bien prefieren invertir en tecnología o tener otro tipo de experiencias, como la gastronómica. El desafío está en poder cautivar a estas nuevas generaciones, relevando la experiencia artística al momento de presenciar un montaje dentro de un teatro reconocido como lo es el Teatro Nacional Chileno.

  • Entrando en la importancia de las artes en la vida cultural, ¿cómo ves el escenario de las artes, y particularmente el teatro, en las políticas públicas chilenas?

Al teatro lo veo abandonado, totalmente en penumbras porque quienes hacen teatro no son considerados trabajadores o trabajadoras del arte. Sus honorarios muchas veces son bajos y veo que en la mayoría de los casos, quienes actúan o son técnicas, técnicos, todas y todos quienes están tras la escena propiamente tal, deben tener uno o más trabajos para poder sustentarse. Hay un vivir demasiado difícil porque antes de preocuparse de la creación, deben preocuparse de su techo y comida, lo que muchas veces no está cubierto, precarizando al sector de una manera demasiado injusta. Además, en cuanto a políticas públicas, según una encuesta realizada por el Observatorio de Políticas Culturales, solo un 17% de las actividades culturales del país son financiadas por el Estado, específicamente a través de la modalidad concursable de FONDART. Esto pone en evidencia la falta de apoyo a todas las personas que se dedican al teatro, sobre todo en pandemia donde no han podido trabajar. Un ejemplo claro en torno a este último punto, es lo que sucedió en España con los teatros cerrados por Covid: se le pagó semanal y mensualmente un subsidio a todas las y los artistas teatrales porque son considerados trabajadores independientes. Esta voluntad política solo muestra el interés y la dignidad de un país que reconoce a la cultura como pilar fundamental de una sociedad.

  • ¿Qué consecuencias se pueden observar de una mala gestión pública a nivel cultural?

Creo que una de las consecuencias es la precarización laboral, poniendo en tensión incluso la salud mental de quienes se dedican a cultura y no pueden obtener ganancias de su trabajo como las pymes o negocios. Su labor no se basa en una productividad económica, sino que en la creación artística que es intangible pero necesaria para la sociedad. Una mala gestión no visualiza esta problemática y continúa perpetuando la concursabilidad anual, sin hacerse cargo de una visión a largo plazo del presupuesto de la cultura para que siga existiendo.

5.1 En el marco de la pandemia que nos ha tocado experimentar a nivel global, ¿cómo se ha visto afectada la comunidad del teatro?

Muy afectada porque con los teatros cerrados, las compañías o colectivos no pueden presentar su trabajo y por ende, no generar ingresos a través del borderó. Por lo mismo, se han visto forzados a generar instancias digitales como el “teatro vía ZOOM” u otras experiencias para continuar recaudando dinero o bien experimentando desde la creación. Desde mi punto de vista, ZOOM es un formato auxiliar que solo en crisis ha sido utilizado y de cierta forma salvado a parte de las y los artistas, aunque no todos han tenido la misma suerte. Tampoco existe un apoyo por parte del gobierno y solo han sido pequeñas las posibilidades, todas concursables, para poder acceder a algún beneficio.

5.2 ¿Cómo ha enfrentado el teatro esta situación?

Depende mucho del teatro, pero para el Teatro Nacional Chileno ha sido difícil y melancólico no poder volver, ya que el teatro como tal solo se realiza presencialmente, en las tablas un montaje y un público asistente en la misma sala. Ahora, el trabajo ha sido cómo poner a disposición material teatral de forma digital, ya que es la única forma de poder conectar actualmente con el público. Los teatros deben permanecer cerrados, así que se están explorando nuevos formatos. En abril se lanzó el concurso de dramaturgia “Delirios en cuativerio” y por estos días se está organizando un ciclo digital con el resultado de los textos ganadores. Hace poco también se hizo una presentación-prueba vía ZOOM y Facebook Live, en donde estudiantes del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile presentaron la experiencia digital “Ka, de kilo”, bajo la dirección de Cristian Keim, director del TNCH. Esta actividad ha sido nueva para todas y todos quienes estamos trabajando tras el teatro, que no muchas veces se conoce o se ve, pero ha requerido un esfuerzo y especial atención a las nuevas plataformas digitales y formas de comunicar. Todo ha sido un aprendizaje constante estos últimos meses, una adaptación al cambio muy extraña pero enriquecedora.

5.3 ¿Cuál o cuáles son los aprendizajes que esta inédita experiencia nos ha dejado como sociedad?

Creo que uno de los aprendizajes es actuar con colaboratividad. Es necesario que salgamos de nuestra propia comodidad para poder apoyar a otro u otra en esta crisis sanitaria. La ayuda y colaboración entre quienes trabajan en teatro, compartir conocimientos, por ejemplo, de lo que significa utilizar ZOOM u otras plataformas digitales, ha sido clave para avanzar y buscar nuevas formas de trabajo en el mundo teatral. Creo que con los últimos acontecimientos, tras el Covid y el estallido social en Chile, la cultura se ha visto tensionada porque se acentúa su precarización, sobre todo en teatro, en donde muchas y muchos artistas no pueden generar dinero en medio de crisis tan complejas y profundas. También se siente la falta de protección por parte del Estado, no solo de este gobierno, que durante años se ha mantenido al margen de cambios reales y concretos que apoyen a las y los artistas, centros e instituciones culturales. Esta inédita experiencia solo acentúa estas diferencias y pide replantear el modelo de cultura que se desarrolla en Chile. A mayor compromiso con los artistas, mayor compromiso con el alma de todes quienes habitan este país.

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